Adolescentes andaluces ven ‘normal’ el intercambio de fotos eróticas con sus parejas

Varios estudios llevados a cabo por investigadores del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla alertan de que cerca del 70% de los jóvenes andaluces de entre 13 y 17 años piensa que la gente que envía este tipo de imágenes o vídeos de carácter erótico-sexual lo hace porque no saben lo que les puede pasar mientras el 66% cree que la gente de su edad es más ‘lanzada’ con este tipo de mensajes, fotos o vídeos de lo que son en la vida real.
Los expertos aseguran que muchos de los jóvenes encuestados consideran ‘normal’ y una ‘demostración de amor’ intercambiar fotos eróticas y comprometidas con su pareja, tanto de chicas como de chicos. Así, otros de los datos que aporta la investigación realizada por expertos de la Universidad de Sevilla es que el 34% de los adolescentes andaluces que participaron en el estudio enviaría una foto, video o mensaje de este tipo si su chico/a se lo pidiera.
El problema radica cuando estas imágenes no se quedan en el ámbito privado de los enamorados sino que se utilizan como moneda de cambio para chantajear a la expareja o bien se difunde en las redes sociales para ‘chulear’ de novia o de novio antes los amigos o las amigas. Es lo que se denomina como sexting o difusión de material fotográfico o audiovisual de contenido erótico-sexual sin el consentimiento de la persona implicada.
Ante esta realidad, el Ministerio de Economía y Competitividad ha aprobado un nuevo proyecto de excelencia para profundizar en el sexting, ciberbullying y en los riesgos emergentes en la red así como para perfilar una respuesta educativa acorde con las características de cada caso.
Este tipo de actos puede tener graves consecuencias y los adolescentes prefieren sucumbir al chantaje antes de hablar con algún adulto por miedo a represalias. Por ello los investigadores de la Universidad de Sevilla aseguran que es muy importante abordar el problema a tres niveles; detectar y definir los factores de riegos, desarrollar programas de intervención y elaborar guías de recomendación y buenas prácticas.
Para ello, se desarrollan sesiones de trabajo con el alumnado, el profesorado y las familias con los que se ha conseguido disminuir los niveles de agresión y victimización entre los jóvenes, reducir la dependencia a las redes sociales por internet, que los estudiantes tengan una percepción más ajustada de la información personal que publican, así como mejorar la calidad de vida física, el clima del aula y disminuir también los casos de bullying.
Este nuevo proyecto se desarrollará en colaboración con las Universidades de Córdoba, Jaén y la Católica de Murcia así como cuenta con el asesoramiento del investigador escoces Simon Hunter, especialista en estrategias de enfrentamiento de las víctimas que han sufrido bullying o acoso.
“Además de estudiar Andalucía en esta ocasión queremos hacer una comparativa con lo que ocurre en Escocia con el objetivo de observar si los patrones de comportamiento se repiten fuera de España”, comenta la profesora de la Universidad de Sevilla y responsable del proyecto, Rosario del Rey, quien añade que en los tres últimos años se han multiplicado el número de casos porque al normalizarlo “los jóvenes no perciben el riesgo que conlleva y el daño que puede llevar a una persona hasta el suicidio”.
El término y exclusión social
El acoso entre escolares (bullying en su expresión inglesa) es un fenómeno de agresión injustificada entre iguales en el contexto escolar caracterizado por su persistencia en el tiempo, intencionalidad de la agresión y desequilibrio de poder entre agresor/es y víctima. En los últimos años, las formas que adoptan las relaciones interpersonales juveniles, han incluido drásticamente el uso de dispositivos digitales para la comunicación y, muy especialmente, los contactos a través de las redes sociales virtuales, un escenario virtual que ha ido desplazando algunos casos de bullying a lo que hoy llamamos cyberbullying (ciberacoso).
A partir de aquí surgen nuevas formas de acoso como el sexting y el grooming, cuando un adulto trata de coartar e intimidar a un menor a través de las redes sociales con el objetivo de establecer contactos sexuales virtuales y/o físicos.
El grooming es el único ciberacoso considerado delito porque detrás de muchos juegos infantiles que utilizan las redes sociales se esconden pederastas que se hacen pasar por niños para conseguir fines sexuales con menores de edad.
“Lo último que hemos detectado y sobre lo que ya estamos también trabajando es el gossip (murmuración en inglés) o rumores que se difunden sobre todo por el teléfono móvil y que acaban machacando la imagen de esa persona sea o no cierto lo que se dice y excluyéndola socialmente”, explica la profesora Del Rey.
Los investigadores de la Universidad de Sevilla realizan programas de intervención también en cursos de primaria porque defienden que es más fácil educar que reeducar y porque cada vez son más los niños que tienen acceso a redes sociales y teléfonos móviles a edades tempranas.